El pasado viernes 7 asistimos, un grupo de profesores y alumnos de 2º de bachillerato, a una función de teatro en el Lope de Vega: El Nacional, representada por la compañía de Els Joglars, dirigida por Albert Boadella.
Muy divertida y enormemente crítica, como es la tónica general de los espectáculos de Boadella.
El Nacional ya fue llevada a escena en 1993 y, ahora, aprovechando la crisis económica ha vuelto a la actualidad: El
teatro parece ya acabado, por ello, Don José, viejo
acomodador del antiguo Teatro Nacional de Ópera, ahora degradado y sin
actividad, se propone representar de nuevo Rigoletto, considerado por
él como el símbolo del teatro, un oficio de bufones, juglares y
payasos, que nada tiene que ver con los artistas histriónicos,
intelectuales y realistas que según el viejo acomodador degeneraron la
profesión hasta convertirla en un arte decadente.
Para
conseguir materializar sus fantasías y delirios renacentistas, Don José
se rodea de un grupo de indigentes que se prestan a ser utilizados en
el proyecto a cambio de pernoctar dentro de las ruinas del edificio, pronto sede de un banco.
Algunos de estos indigentes son músicos que tocan en el metro, y esto le
servirá para formar la orquesta que acompañará las distintas arias de
la ópera según su singular versión y con la ayuda de una antigua mujer
de la limpieza del teatro que logró aprenderse muchas de las arias que
escuchaba.
Las
dificultades para controlar y adiestrar a los indigentes cargados de
violencia entre ellos, la penetración del argumento de Rigoletto entre
su delirio o las intervenciones exteriores para desalojar el local y
demolerlo, son algunos de los conflictos que Don José deberá afrontar
tenazmente a lo largo de la obra. Pero su resistencia para aceptar la
realidad exterior de un mundo que ya funciona sin el teatro lo abocará a
un desenlace numantino, acompañado por el canto y la música
de Rigoletto de Verdi.
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